Por Amelia Gutiérrez Solís
Colima (Agencia Informativa Conacyt).– Desde hace 21 años, la doctora en Estudios Mesoamericanos Ana María Jarquín Pacheco estudia la zona arqueológica La Campana, que es un área protegida por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
«Esperamos que esta área protegida se convierta en un parque arqueo-ecológico, ya que este lugar es un gran pulmón para Colima», expuso la investigadora, quien informó que los hallazgos más recientes están relacionados con algunos rituales de enterramientos y colocación de ofrendas.
Este centro ceremonial conformado por diversos recintos rectangulares orientados de este a oeste y de norte a sur, en el que se han excavado seis hectáreas, se llamaba Almoloyan o Almoloyán, que significa en lengua náhuatl «mi agua que corre», ya que esta zona se ubica entre el arroyo Pereyra y el río Colima, dio a conocer Jarquín Pacheco.
Refirió que en la exploración del Recinto II han encontrado nuevas formas de inhumación y ofrendas, además de que se han abocado a analizar materiales arqueológicos que ofrezcan información de toda la secuencia ocupacional.
Durante esta investigación arqueológica, el grupo multidisciplinario que dirige Jarquín Pacheco ha descubierto tumbas de la fase Ortices y tumbas escalonadas, «antes pensábamos que solo eran tumbas de tiro y en la actualidad hemos obtenido información que nos comprueba que había variedad de tipos de tumba y que se utilizaban de acuerdo con los estratos sociales».
Edificios arquitectónicos relacionados con la naturaleza
«Hemos podido definir que bajo esto que tenemos visible en superficie hay edificios de otras épocas más tempranas y que el desarrollo se inició aproximadamente en el 1600 o 1500 a. C. , en la fase Capacha, lo que nos habla de una secuencia ocupacional muy larga», indicó.
Comentó que también se ha podido establecer, al igual que en toda Mesoamérica, que la gente no destruía para hacer otra casa, ellos, los antiguos colimotes tenían la costumbre de cortar los edificios y dejarlos como un núcleo para fortalecer la nueva edificación, lo que ha permitido tener distintas capas y a partir de ello conocer los diferentes momentos que caracterizan La Campana.
«En el aspecto arquitectónico se han definido los recintos de esta zona arqueológica, lo que es muy novedoso porque generalmente hay un centro ceremonial o un gran recinto como en la ciudad de Teotihuacán o el Templo Mayor», afirmó la experta en arqueología.
«Hemos visto que hay diversos recintos que están dedicados a distintos numina. Al parecer aquí en La Campana el culto muy importante era a Quetzalcóatl, el dios creador por excelencia, y como una hipótesis pensamos que los recintos van de sur a norte y orientados de oeste a este, a donde sale el sol porque tiene relación con el culto solar», explicó.
Ellos convivían con la naturaleza y con los fenómenos viendo hacia el cielo, observando, haciendo huecos en el suelo que les sirvieron de telescopio porque para ellos era muy importante el movimiento de los astros por razones místico-religiosas, por ejemplo el Recinto I está dedicado a Quetzalcóatl de la tarde.
Además, en el Recinto II se ha corroborado lo más importante en infraestructura al este porque es la salida del sol, “estaba tan bien calculado que equinoccios y solsticios están bien marcados en los edificios como la más pura arquitectura en el área maya y en el altiplano, ya que la mesoamericana es una sola cultura y los conocimientos viajan”, aseguró Jarquín Pacheco, quien dijo que lo astronómico para los antiguos habitantes era esencial porque representaba la voluntad de los dioses.
De esta manera ellos interactuaban con la naturaleza, lo que les permitió tener un control sobre el calendario, “la hipótesis general es que están marcando desplazamientos y con ello distintos numina”, puntualizó.
La doctora señaló que en esta investigación participa un grupo multidisciplinario, entre los que se encuentran antropólogos físicos, historiadores, así como restauradores y ceramistas tanto del INAH como de la Universidad de Colima (Ucol); estos últimos son especialistas en la localización de yacimientos de arcilla en la entidad y en el proceso de elaboración de la cerámica.
Asimismo señaló que esta investigación antropológica tiene varias vertientes y en este caso se tiene el estudio y análisis cerámico, secuencia cronológica ocupacional y el estudio y análisis de los edificios para restaurarlos, en donde se avanza cada día para mejorar las técnicas de conservación.
En el área de antropología física se hacen cargo del estudio e interpretación de los restos óseos para establecer las dimensiones físicas, parte de la dieta y algunas enfermedades y patologías, así como accidentes. En este sentido, Jarquín Pacheco dio a conocer que se tienen restos óseos extraídos de 72 entierros en esta zona arqueológica.
Por otra parte, se tienen como 700 piezas cerámicas que se han recuperado de esta área, de las cuales una muestra representativa se exhibe en el Museo Regional de Historia de Colima; además llevan cabo el estudio de la lítica, que es todo lo relacionado con la piedra.
Estudios sobre elaboración de la cerámica y sus componentes
La experta en Estudios Mesoamericanos informó que próximamente publicarán el libro El estudio de la cerámica 2011-2015 y se realizará otra publicación acerca del proceso de excavación en la zona arqueológica La Campana.
Respecto a las características de la cerámica indicó que van de las formas más tempranas de la cerámica Capacha, donde ya hay culto ancestral al sol y de la fase Ortices, por mencionar algunas, «nosotros queremos trascender de la descripción física a ver cómo se elaboró»; además de que se analizan los yacimientos de arcilla en la región, las mezclas de esta para hacer esas pastas, el tipo de arena y el uso de desgrasantes para hacer maleable el material.
«Los estudios microscópicos nos han permitido localizar fragmentos que han estado cientos de años como parte de la arcilla de una pieza», explicó.
La urbe más grande en el Occidente
«No se había hecho un estudio con estas dimensiones, lo que tenemos explorado es una pequeña parte de lo que fue este centro, pero hasta ahorita, en el Occidente, La Campana es la urbe más grande», resaltó la experta, quien dijo que existen tumbas de tiro asociadas con edificios en esta zona arqueológica.
La Campana llega con su propio desarrollo en un momento con mucha influencia del altiplano a través de las redes de comercio de los teotihuacanos, pero continúa siendo muy independiente y defensora de sus estilos y tradiciones.
Este centro ceremonial sobrevive hasta el periodo epiclásico en el 650 o 750 d. C., fecha en que desapareció aquel elemento político que controlaba áreas y regiones enteras, y con eso Colima retornó a su tradición local, lo que se refleja en diseños muy propios en la cerámica en las etapas Armería y El Chanal.
Cuando acaba la ocupación habitacional en las fases Armería y Colima, se traslada el poder, por las invasiones purépechas, a El Chanal, que surge como un gran centro político, económico y religioso y La Campana queda abandonada, estableciéndose campesinos en otros momentos, pero el gran esplendor de esta zona ya había trascendido.
Análisis de restos óseos recuperados en La Campana
La antropóloga física, Rosa María Flores Ramírez explicó que iniciarán con el proceso de análisis de los restos óseos hallados en la zona arqueológica La Campana, lo que permitirá conocer cómo era la población que habitó esta área.
«El primer paso es ver exactamente qué materiales tenemos, limpiarlos con cepillos suaves, hacer el proceso de restauración y el análisis en el cual vamos a determinar edad, sexo y algunas enfermedades que se puedan observar en los huesos, algunas marcas de actividad y alteraciones culturales como son la deformación craneana», explicó la profesora investigadora del Centro INAH Colima.
Flores Ramírez informó que este año se recuperaron dos entierros, un adulto femenino y un niño en la zona arqueológica de La Campana.
La antropóloga física explicó que existen parámetros para llevar a cabo estos estudios, se observan características en el hueso, como puede ser una inflamación o abultamiento en el material, lo que indicará cierta actividad o enfermedad.
Las modificaciones en la cadera y el pubis, formas del cráneo y el tipo de dentadura permitirán determinar la edad y sexo de los individuos, pero todo depende del estado de conservación de los materiales.
En total 28 cajas guardan elementos óseos de tres tumbas de tiro, seis entierros humanos en diferentes áreas de La Campana, como estructuras o plazas, y existen otros elementos aislados, “dado la forma cómo se están recuperando estos materiales, sí nos va a permitir conocer un muestreo general de La Campana”, aseguró la experta, quien confió que a finales de 2016 ya tendrán resultados específicos sobre los habitantes de esta zona arqueológica.
«Este año me integro al equipo del proyecto de La Campana para llevar a cabo este análisis de material osteológico», dijo la antropóloga, quien reiteró que a finales del próximo año conocerán las características generales y el sexo, y a partir de eso pueden plantearse otro tipo de estudios como ADN y colágeno.
Flores Ramírez afirmó que es fundamental lo que la arqueóloga Ana María Jarquín Pacheco está trazando como proyecto, que es la parte primordial de la investigación, y que ella analiza los restos óseos para hacer un trabajo más profundo específicamente en este rubro.