El estilo de beber y comer de los zacatecanos, así como algunas formas de pensar y vivir, refieren mucho a las costumbres castellanas, pero endulzadas con el firme carácter de nuestra cultura mestiza.
Entre los platillos típicos resaltan la birria de carnero y chivo, es decir, carne de ganado menor sazonada al vapor o a las brasas.
Cada establecimiento posee secretos culinarios que le brindan un sello particular a su obra, que en lo general constituye un verdadero manjar. Las gorditas de maíz rellenas de diferentes guisos son parte de nuestra cultura gastronómica popular, pues constituyen una rica variedad. Cada guiso es diferente y muestra un espléndido colorido de sabores.
El asado de boda representa nuestra cocina barroca. Se trata de un mole de orígenes locales muy típico en los banquetes nupciales desde hace ya varios siglos. Los ingredientes con que se elabora representan el mestizaje de los fuertes sabores locales (chiles) con las especies y sazonadores exóticos bien recibidos por la cocina mexicana. Con chile también se elaboran o sazonan otros platillos (pozole, enchiladas, tamales, tacos).
Parte de la gran oferta gastronómica de Zacatecas se encuentra en los platillos a base de carne de puerco y de res y sus derivados Así también, el queso y sus variados sabores, constituye otra rica vertiente culinaria regional.
La vitivinicultura zacatecana ha ganado prestigio en los últimos años con el desarrollo de varias empresas dedicadas al cultivo y crianza de vinos, de las variedades chenin blanc, cabernet sauvignon y ruby cabernet. Carrera, Cacholá, Cantera y Plata son algunas denominaciones que valen la pena degustarse. Algunos de estos productos han sido premiados en los certámenes de viticultores.
El aguamiel, jugo del corazón del maguey, es transportado desde las comunidades aledañas donde se elabora, a la ciudad, en burro y contenido en cántaros tradicionales. El mezcal, proveniente de distintas partes del Estado (Pinos, El Teúl, Jalpa, Juchipila y Tlaltenango), acompaña desde siempre las celebraciones de los capitalinos, siendo el alma de la fiesta durante las tradicionales callejoneadas zacatecanas, mejor conocidas como “andanzas por los barrios”. En el verano, la campiña zacatecana es pródiga en tunas, cuya humilde excelencia, ofrece gran variedad de especies para agasajo de los paladares locales y fuereños.